miércoles, 16 de diciembre de 2009

“Astérix y el caldero” (Uderzo y Gosciny, 1969)



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Asterix et le chaudron
Dargaud Editeur
París
Guión: Gosciny
Dibujos: Uderzo

El jefe galo Moralelastix visita la aldea de Astérix y Obélix para pedirles que guarden a salvo un caldero con monedas de oro que deberán pagar al recaudador romano. Astérix se encarga de custodiarlo, pero el dinero es robado y como castigo es desterrado hasta que lo reponga, lo que no resulta nada fácil. Tras muchos fracasos Astérix tiene una intuición y acude al pueblo de Moralelástix para comprobarla.



 
 
Apareció en el número 469 de Pilote en octubre de 1968.

Otro gran álbum de la etapa dorada de Uderzo y Goscinny en la que ambos se encuentran en plenitud de ideas y trabajo. La historia trata temas como la justicia, la amistad, el comercio, el arte, las apuestas y la traición en uno de los mejores guiones de toda la serie y con unos dibujos sumamente detallistas y coloristas. Quizás los sucesos del mayo de 1968 influyeron en un argumento con más chance para un lector más adulto, quizás porque Astérix se mete en un lío realmente peliaguado para él.

De nuevo se inicia con una de esas viñetas exquisitas, llenas de detalles y profundidad que invitan a indagar en el dibujo porque presenta la aldea, las viviendas y su localización y a muchos de sus personajes. Hay alguna más como la de la feria de Condate, que parecen precedentes del ¿dónde está Wally?

Como curiosidad destacar que Astérix y Obélix vuelven a encontrarse con el barco de los piratas pero en esta aventura no pueden hundirlo aunque sí destrozarlo (léase el cómic para saber por qué).

Están muy logrados todos los intentos para conseguir dinero por parte de Astérix y Obélix que, se vuelven a enfadar aunque como buenos amigos terminan reconciliándose (este tipo detalles enriquecen mucho a los personajes y su relación y los hace más próximos). Los episodios de la venta de jabalíes, del palacio de gladiadores, del teatro y de la carrera de cuadrigas (homenaje a Ben-Hur) son muy divertidos.

En el anecdotario decir que el cobrador de impuestos que aparece al final de la historieta es una caricatura del por entonces futuro presidente francés Giscard d'Estaing y los autores aparecen como público en la obra de teatro.