miércoles, 7 de agosto de 2019

"La casta de los Metabarones" (Giménez y Jodorowsky, 1993-2003)

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La desbordada y fascinante imaginación de Jodorowsky se unió al detallista dibujo futurista de Giménez en una serie de historias de ciencia-ficción ambientadas en un muy lejano universo futuro en el que, gracias a dos robots, conocemos el devenir de un clan de guerreros invencibles. El relato, dirigido a un lector adulto, impacta por su inhumanidad y crueldad, por el protagonismo de unos antihéroes deshumanizados y por una serie de giros argumentales que acaban siendo tan brutales como repetitivos. No es de mis cómics favoritos, pero le reconozco su capacidad para epatar tanto por lo que cuenta como por un estilo de dibujo que a mí me apasiona. Su lectura, algo incómoda, deja un profundo poso de inquietud.

Nº de páginas: 584
Editorial: Reservoir books
ISBN: 9788439720850
Año de edición: 2014

Reseña editorial: De la imaginación del polifacético artista Alejandro Jodorowsky e ilustrada por el maestro Juan Giménez, nos llega la trágica y dramática leyenda de los Metabarones. Esta serie nos muestra un mundo donde la fantasía y la ciencia ficción se mezclan para construir el escenario perfecto para un épico relato de parricidio, destino, incesto y sangre, en la más pura tradición de las tragedias griegas. La casta de los Metabarones cuenta la leyenda de Othon, ghnar, Cabeza de Hierro, Aghora y el Metabarón in Nombre, cinco generaciones de guerreros condenados a ser deformados o heridos por el padre que los ha de entrenar (y les ha de emplazar la parte dañada con un implante cibernético), del mismo modo que están condenados a matar a su padre como la prueba ritual necesaria para convertirse en el nuevo Metabarón, rey y mercenario. Este linaje de guerreros invencibles vive en un planeta que encierra un gran secreto: la epifita, una sustancia capaz de despojar de gravedad a cualquier objeto, por grande que sea. Un accidente desencadena los acontecimientos, y el secreto habrá de ser vendido al imperio. Brutales ritos de iniciación, actitudes moralmente más que discutibles y multitud de subtramas desfilarán ante nuestros ojos mientras disfrutamos de las fantásticas recreaciones de Juan Giménez, que se superponen a los delirios metafísicos de su guionista para deleitarnos con su buen hacer.